CUANDO TODOS SE VAYAN

Se conservan pocas cartas de JP. Ésta se recuperó gracias a que Sebastián G.G., la rescató del archivo personal de Ánuar Zúñiga Naime.



Al llegar a Tánger pensé que la ciudad sería triste, que yo estaría desolado. Pero después de algunos días recibí un correo de Vanessa, la primer novia que tuve, de cuando tenía doce años. En el correo contaba que vivía en Grecia, que gracias a un comunicado del gobierno se enteró de mi viaje a Marruecos. Deseaba contactarme. No lo dudé, la curiosidad de conocer al Jorge Posada que fui a los doce años, antes de mi adolescencia fue enorme. De ella conservaba la imagen de una niña blanca y regordeta, con unos años difíciles, pues su madre murió de cáncer después de una inmensa temporada en un hospital que dejó al padre con deudas crueles. Nos encontramos en el aeropuerto. Era una mujer bellísima, con el pelo negro, las piernas y vientre fuertes. Intentó explicarme su súbito deseo de hablar conmigo, de tenerme cerca. En realidad estaba sola, su familia (esposo y tres hijos) habían muerto en un accidente, creyó que visitar a alguien que la conoció cuando era niña ayudaría en algo. Hablamos en un cuarto que creo tenía las paredes azules. Nos desvelamos oyendo nuestras voces (aquí paro, ahora que mi cuerpo es este envase podrido, este objeto que Daniel no puede tocar, me gana una rabia, un destello que me vence). En fin, en las dos semanas que Vanessa estuvo en Tánger me apropié de algunas de sus calles. Ya no perseguía a Bowles o a Flynn. Algunas esquinas comenzaron a pertenecerme.

Luego me visitó Natalia. Hablamos de libros y de árboles y de raíces. Cualquier cosa que sucediera era motivo para que ella me dejará bobo con sus palabras. Pasamos casi un mes en la playa escribiendo. Casi al irse me avisó que Almadía planeaba clausurar mi blog. Primero sentí que cerraban mi casa, después sentí que amputaban mi cuerpo. Ahora sí era un escritor inexistente, un escritor desesperado que no dejaría nada. Ya no era ser Pynchon o Salinger. Ahora sí estaba jodido, condenado a mis cuadernos, sin ninguna posibilidad. Un escritor roto.

Te cuento esto porque a Daniel no puedo. No quiero tener un pasado sin él, un pasado sin enfermedad. (Me he vuelto tan sombrío estos últimos meses). Casi un año antes de conocerlo vi por última vez a Avril. La he buscado, pero me huye. Quiere recordarme en esa tarde larguísima.

Ahh. Esta carta se alarga y es como si hubiera escrito muy poco. Espero me comprendas. Sigo leyendo y tecleando frenético. Si vienes a Tánger no dudes de pasar conmigo, por lo menos unos días. Ireneo tiene necesidad de verte, yo de abrazarte y mirar esos brazos flacos tuyos.

Diario 2023, Fragmentos


02 de Diciembre
El médico no me concede más de dos meses de vida. La enfermedad venció. Después de recibir los resultados de los últimos exámenes Daniel envió algunos correos: a María, la madre de Ireneo y a Adriana, como último guiño a mi adolescencia.
Comimos en mi cuarto. Daniel e Ireneo estuvieron callados, no quieren molestarme, dicen. Pero si supieran que ningún ruido puede distraerme del inmenso ruido que se acerca. Tantos años pensando en este momento.
Por la noche cuando Daniel me inyectó me di cuenta de que hoy es el cumpleaños de mi padre. Me arrepentí de quemar las fotografías que conservaba de él. No puedo recuperar del todo su cara.
Debería salir y sentir el aire y el frío, mirar el cuerpo afligido de Daniel.
13 de Diciembre
La salud no mejora. Más bien debería anotar que no cambia. El dolor no cambia. Por la mañana sólo sentía mis brazos por el dolor de las múltiples inyecciones que recibo.
Ireneo trajo algunos libros a mi cama. Leyó por una hora. Me fatigué demasiado. El cerebro ya no funciona.
Pienso pedirle a Daniel que busquemos una solución más rápida. Hasta para suicidarme pediré ayuda.
26 de Diciembre
Daniel intenta distraerme: leyó poemas que sabe me conmueven.
El médico envió calmantes, les pedí que no me los administraran, no deseo eliminar el ruido.
Después de escribir lo último recordé que cuando mi abuela murió escribí que la muere tenía el ruido de los árboles. Siempre me equivoqué. Incluso ahora, cuando la muerte esté junto a mí sé que no será estruendosa como ahora la siento.
3 de enero
Visita al médico. No dio esperanzas. Me internaron en el hospital. Daniel dice que es por mero trámite. Cada vez escucho su voz más lejana, cada vez escucho más ruido.
No llegaré a los dos meses que había prometido el médio, no cumpliré cuarenta y tres años. Por lo menos terminaré con este cuaderno, para la colección de cuadernos con mi letra en negro. No puedo tragar. Me han conectado a demasiados tubos.
4 de enero
Demasiado ruido. Tengo que dictar estas palabras a Ireneo pero ni siquiero alcanzo a escucharlas. Para decirlas tienen que retirarme el respirador. No me puedo mover. Para estas dos líneas hemos tardado casi una hora.
[Esta fue la última entrada al diario que hizo Jorge Posada. El día seis de enero del 2023 cerca de las nueve de la mañana murió. N. del E.]

En el año 2022 Jorge Posada y yo grabamos una serie de conversaciones en su casa de Tánger. Pensamos utilizarlas como base para un libro de cuentos. Los dos éramos fanáticos de Rey Rosa, por lo que se deduce el tono de lo siguiente.
Faustino Cardoza.



FC: Llevas seis años fuera de México ¿extrañas alguna cosa?
JP: En realidad no. Mi hijo vive aquí con mi pareja, el escultor argentino Daniel Ahuem. Me comunico con frecuencia con mis amigos. Ahora que lo pienso sólo extraño los largos paseos que daba por las calles de la ciudad, caminatas que duraban tres o cuatro horas. Aun para esos años ya era raro que un hombre gastara sus horas así.

FC: En nuestra juventud eran impensables los mexicanos en el exilio.
JP: Era una condición de sudamericanos o de europeos del este. [Hay que recordar que JP salió de México debido a los sucesos del doce, después de permanecer año y medio en la cárcel. Nota del editor.]

FC: ¿Sufres debido a esta situación?
JP: En parte. Pero fue algo que me obligó a moverme, a repensar muchas cosas. Estaba demasiado cómodo en México. Aquí soy una especie de Felisberto Hernández, doy clases de español a señoritas cincuentonas, leo en una biblioteca antiquísima y escribo.

FC: Ha cambiado tu físico. Estás muy delgado. [A partir del 2020 JP perdió más de treinta kilogramos debido a su enfermedad. N. del E.]
JP: Dento de poco desapareceré.

FC: Pero escribes...
JP: Más por manía que por otra cosa. ¿Quién recordará a un tipo con un solo libro y que en su momento dio la espalda al monstruo gubertamental de Almadía? Escribo para no salir a caminar por las madrugadas, para acercarme al hermoso cuerpo de Daniel.

FC: ¿Sigues pensando en aquello de que un escritor es una especie de Jocker?
JP: No era tan así. Los que tenían esa posibilidad eran los críticos. Era una idea procedente del Batman de Burton, allí el Jocker en algún momento destruye varias obras pictóricas del XIX pero salva un cuadro de Bacon. Un agente del caos apuesta por la dureza y la ferocidad de Bacon. Así los críticos tienen la posibilidad de apostar por la desesperación, por aquellos autores que se pierden en sus propios libros.

FC: ¿En la actualidad existen aún autores así?
JP: Juan Antonio Carols en la novela Exposiciones y el chileno Lapie en casi toda su obra poética.

FC: Si el escritor no es el Jocker, ¿quién es?
JP: Un tipo que no existe, un tipo que se encierra en un cuarto y teclea durante horas. Es una de las voces que el Jocker escucha.

FC: ¿El Jocker como un paranoico?
JP: Sí. El crítico como un desestabilizador.

FC: Pero un crítico difícilmente crea.
JP: No pienso en un crítico redactor de reseñas o de listas antológicas, sino en aquellos escritores que esn sus obras rescatan a los bombarderos.

FC: ¿Bolaño?
JP: Sí, auque en la cabeza tenía el nombre de autores más cercanos como Joseph Taner. Pero Bolaño sirve, por él leí antes de la reintena a Pauls, a Perec, a Gadda, a Castellanos Moya. Además el chileno es un caso emblemático, por lo menos en México: una generación estaba ansiosa por emular una parte de su biografía, la del escritor publicado en Anagrama, la del escritor respetado y laureado en los Congresos de Literaratura (así con mayúsculas). Pocos o ninguno estaban despuestos al escarnio, a la pobreza, a la enfermedad y a los excesos. Porque en México se busca el equilibrio y la certificación: escritores atletas galardonados, el que no quiere ser erudito sueña con ganar por lo menos dos premios al año.

FC: Los premios dan dinero.
JP: Pero no lo hacen por dinero. La mayoría vive del dinero de sus padres o de las becas del gobierno. Lo hacen por el respeto que otorga un premio. Buscan las estrellas en la frente.

(JP hace un gesto para que cambiemos de tema.)

FC: ¿Viajas mucho?
JP: El último año visité el sur de Turquía y este planeó ir a Sudáfrica. [Cabe recordar que fue hasta el 2025 que África se convirtió en la prisión de los criminales ecológicos.]

FC: ¿No vas a Europa?
JP: No. Los que van constantemente son Daniel e Ireneo. Hace unos meses estuve a punto de ir a Barcelo con Ánuar Zúñiga y su hija pero por una complicación médica al final desistí.

FC: Cuando saliste de México ¿por qué elegiste Marruecos?
JP: Marruecos se remonta a mi infancia, al primer libro que tuve en las manos: un Atlás, allí de todas las banderas existentes la que mayor fascinación me produjo fue la de fondo bermejo con una esterlla verde en el centro. Después vinieron novelas y autores. En mi imaginación Tánger era y es un lugar donde los exiliados encuentran su cuerpo.

FC: ¿Fuiste un perseguido político?
JP: No. Por supuesto que no. Almadía ejerció un poco de presión, pero sería exagerar afirmar eso.Para mi historia personal soy más bien un figitivo, pude haber elegido la resistencia pero preferí huir. En ese sentido para mí siempre fue misterioso y fascinante el caso de Fray Luis con su huye que sólo el que huye escapa. Además varias de sus composiciones giran alrededor de un hombre que busca de una salida. Fray Luis sería un extraño antecesor de Kafka (ríe).

Lo anunciaron como el Cosa sin amar



02 de Diciembre
El médico no me concede más de dos meses de vida. La enfermedad venció. Después de recibir los resultados de los últimos exámenes Daniel envió algunos correos: a María, la madre de Ireneo y a Adriana, como último guiño a mi adolescencia.
Comimos en mi cuarto. Daniel e Ireneo estuvieron callados, no quieren molestarme, dicen. Pero si supieran que ningún ruido puede distraerme del inmenso ruido que se acerca. Tantos años pensando en este momento.
Por la noche cuando Daniel me inyectó me di cuenta de que hoy es el cumpleaños de mi padre. Me arrepentí de quemar las fotografías que conservaba de él. No puedo recuperar del todo su cara.
Debería salir y sentir el aire y el frío, mirar el cuerpo afligido de Daniel.


13 de Diciembre
La salud no mejora. Más bien debería anotar que no cambia. El dolor no cambia. Por la mañana sólo sentía mis brazos por el dolor de las múltiples inyecciones que recibo.
Ireneo trajo algunos libros a mi cama. Leyó por una hora. Me fatigué demasiado. El cerebro ya no funciona.
Pienso pedirle a Daniel que busquemos una solución más rápida. Hasta para suicidarme pediré ayuda.


26 de Diciembre
Daniel intenta distraerme: leyó poemas que sabe me conmueven. El médico envió calmantes, les pedí que no me los administraran, no deseo eliminar el ruido.
Después de escribir lo último recordé que cuando mi abuela murió escribí que la muere tenía el ruido de los árboles. Siempre me equivoqué. Incluso ahora, cuando la muerte esté junto a mí sé que no será estruendosa como ahora la siento.


3 de enero
Visita al médico. No dio esperanzas. Me internaron en el hospital. Daniel dice que es por mero trámite. Cada vez escucho su voz más lejana, cada vez escucho más ruido.
No llegaré a los dos meses que había prometido el médio, no cumpliré cuarenta y tres años. Por lo menos terminaré con este cuaderno, para la colección de cuadernos con mi letra en negro. No puedo tragar. Me han conectado a demasiados tubos.


4 de enero
Demasiado ruido. Tengo que dictar estas palabras a Ireneo pero ni siquiero alcanzo a escucharlas. Para decirlas tienen que retirarme el respirador. No me puedo mover. Para estas dos líneas hemos tardado casi una hora.


[Esta fue la última entrada al diario que hizo Jorge Posada. El día seis de enero del 2023 cerca de las nueve de la mañana murió. N. del E.]

......................................................................................................foto para Ánuar